martes, 26 de julio de 2011

El crepusculo y la aurora


"Un artista siempre debería tratar de reflejar sus sentimientos personales en su obra."

El Fotógrafo y videoartista holandés Erwin Olaf (1959) tiene su estudio en una antigua iglesia de Ámsterdam. Su actividad artística se simultanea con trabajos publicitarios para conocidas marcas. Entre sus temáticas más habituales figuran las cuestiones de genero, el erotismo, el consumismo y las relaciones de poder. Su trabajo referencia a menudo la historia de la pintura, la contracultura o el cine, no exento de cierta carga crítica.

Realizado para una exposición en Nueva York, Dusk (2009) fue concebido como un homenaje a la multiculturalidad de esta ciudad e inspirado por un innovador trabajo en torno a 1900 de la fotógrafa Frances B. Jonhson en el que mostraba afro-americanos de clase media en sus hogares, así como escenas de estudiantes de color en una escuela de Virginia. En esta pieza, actores, ropa y mobiliario son completamente negros. Si bien no se entiende completamente el contenido, todo nos sugiere algún tipo de drama personal. Dawn (2009) surge como necesidad de complementar el trabajo anterior. Ambientado en la Rusia del siglo pasado, es reflejo de la otra historia aunque ahora transcurre en una dacha rusa y su protagonista es de aspecto caucásico.


Ambos trabajos están perfectamente sincronizados y juntos conforman un enigmático díptico: el crepúsculo y la aurora. Escenarios inquietantes y tensos en los que se respira una sensación de misterio y ambigüedad. Dos madres que tratan de dormir a sus hijos cantándoles, meciéndoles en la cuna o leyéndoles un libro mientras un niño golpea la pelota contra la pared y el padre cadenciosamente asierra madera.  El efecto incomoda y desconcierta, nos llena de dudas por el tiempo de espera indefinido. Mas allá de lo narrativo, de lo que nos habla es de las emociones humanas. La representación es alegórica de sentimientos y estados de ánimo invisibles, abstractos y contradictorios que transcienden a los hechos y a las personas.
  
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sábado, 23 de julio de 2011

El lugar último es el lugar mismo


"Reivindicar la necesidad del propio lugar como el lugar último, más allá de su representación. Lo real más allá de su imagen"

Carlos Irijalba (Pamplona, 1979) trabaja en proyectos que ahondan en el choque entre lo humano y lo natural. A través de fotografías, videos e instalaciones trata temáticas como la manipulación que el hombre hace del medio ambiente, la experiencia relativa del tiempo y el espacio y la construcción colectiva de lo real.

El proyecto Twilight (2009) se desarrolla en dos fases. La primera se realizó en el campo de El Sardinero en donde tomó varias imágenes nocturnas con los focos del campo de futbol encendidos, pero con una de las torres apagadas. Se generó así un espacio oscuro, inexistente a nuestra vista, que dejaba de ser apto para la creación de un espectáculo. La segunda parte del proyecto consistió en trasladar una de estas torres de 17 metros de altura y 11.000 watios de luz  a una de las últimas selvas de Europa, la de Irati en el norte de Navarra. Este lugar que desaparece en el momento en el que la luz natural deja de existir, revivió durante las noches que fue iluminado. Así, trasladando un elemento propio del entorno urbano al natural, llevando la electricidad al bosque, nos ofrece la posibilidad de experimentar en condiciones extraordinarias el lugar en sí.

Más allá de lo anecdótico, el proyecto analiza el modo en que Occidente construye un circuito de lo real a través de la luz en contraste con Oriente, mucho más consciente de la sombra. El fuego como primer artificio y más tarde la luz artificial han simbolizado el lugar de la transformación. El espectáculo ha heredado estos espacios y sus cualidades. La representación del lugar es por tanto insuficiente y se hace necesario lo real más allá de su imagen.

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sábado, 16 de julio de 2011

Algunas veces el hacer algo no lleva a nada


"Un viaje implica un destino, muchas millas que consumir, mientras que un paseo tiene su propia medida, que se completa en cada punto del camino”.

Francis Alÿs (Amberes,1959) camina mucho. Camina por las calles de Ciudad de México dónde vive desde hace casi veinte años o por cualquier otra ciudad del mundo. Observa con distancia para situarse en un contexto periférico, lejano y melancólico en el tiempo. Lejos de describir con exactitud cada caminata, transforma la misma en un catalizador de historias a caballo entre la realidad y la ficción. Caminar, cargar, mover y transportar son las constantes de su tránsito por el arte y por la vida. Así su trabajo puede ser tan monumental como mover con ayuda de 500 personas una inmensa duna de arena en Lima, tan efímero como remitir una postal o tan irónico como enviar de simbólico emisario a un pavo real a la Bienal de Venecia.

En 'Paradoja de la Praxis 1: Algunas veces el hacer algo no lleva a nada.' (1997) le vemos empujar durante horas por las calles un enorme bloque de hielo. Poco a poco se va derritiendo dejando tras de sí un rastro de agua. El artista interviene directamente en su entorno despertando la curiosidad y la reflexión del espectador acerca de la práctica de entregar bloques de hielo en los comercios y estanquillos de Ciudad de México. En su marcha errante va descubriendo personajes y situaciones que llaman su atención. Al tiempo se interroga sobre dónde y cuando se origina esta costumbre, porque sigue haciéndose, que necesidad cubre y que representa su presencia en la interpretación del espacio urbano. Lo importante es que esta acción da visibilidad a esta entrega que diariamente se realiza de forma anónima y casi invisible.

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jueves, 14 de julio de 2011

Ellos no pueden venir esta noche


“El viaje es la vida, con incidentes y algunas cosas buenas. La obra es más una exploración de lo que uno es y los demás son; es un intento de definirse como individuo y, a partir de ahí, relacionarse con los demás, porque la existencia es una complejidad"

La obra del artista Nacho Criado (Jaén, 1943 – Madrid, 2010) siempre ha estado ligada a la experimentación. Preocupado por la esencia de las cosas entendió su trabajo como una lucha contra sus propias obsesiones. Siempre al margen del mercado prestó más atención al proceso que al producto lo que motivo que muchos de sus proyectos quedasen inacabados a veces por resultar demasiado inmateriales otras por falta de medios para su producción. Pinturas sobre hojalata, maderas apolilladas, termitas devorando revistas de arte, proyectos y recorridos en la naturaleza de Cuenca, piezas sonoras, esculturas de vidrios rotos... Tiempo, memoria, teoría, reducción y conocimiento son sus pinceles. Un artista fundamental que sin embargo no ha tenido todo el reconocimiento que su trabajo merece o lo ha tenido tardíamente.

En 1977 realizó 'Ellos no pueden venir esta noche' en el Palacio de Cristal de Madrid. Fue una instalación con multiples referencias a los artistas que admira: Rothko, Malevich, Mondrian o Klein, Durero, Fidias o Duchamp. Por medio de los homenajes establece una geografía de afinidades, al mismo tiempo que desmonta la idea del yo como algo replegado sobre sí mismo. Inteligentemente resuelto el problema del espacio, cubrió con una alfombra de hojas todo el suelo del recinto para relacionar de este modo interior y exterior. Para enfatizar la idea de anonimato, no figuraba en ningún sitio su nombre sino las fechas de construcción del Palacio y de su nacimiento con unas siglas 'AN'.  El catálogo, que tendría que haber sido un bloque de páginas negras, hace memoria de un buen número de trabajos anteriores al montaje para describir más tarde el grupo de obras que lo componen (la mayor parte del año 77). Cerrando sus páginas una 'confrontación a distancia mínima' del artista con su imagen en un espejo.